El "Opus Dei" fue fundado como "....camino de santificación dirigido a toda clase de personas",26 lo que resultaba novedoso, pues en aquella época era común pensar que sólo los religiosos podían ser santos.
Según explicaba el propio Josemaría Escrivá, la finalidad del Opus Dei es "contribuir a que haya en medio del mundo hombres y mujeres de todas las razas y condiciones sociales que procuren amar y servir a Dios y a los demás hombres en y a través de su trabajo".27 Para su Fundador, la actividad principal del Opus Dei es dar formación a sus miembros y a la gente que quiere recibirla, hasta el punto de que a veces resumía el papel del Opus Dei como "una gran catequesis".28
Se presenta aquí un resumen de las enseñanzas de Escrivá de Balaguer, el mensaje oficial del Opus Dei:
Vida ordinaria. Siendo miembros de la familia de Dios a través del bautismo, los cristianos están llamados a la santidad, una vida coherente con su nueva condición de hijos de Dios. La mayoría de los cristianos deben santificarse en el mundo, escribe Escrivá. Así siguen las pisadas de Jesús que según la Biblia trabajó como carpintero y vivió como hijo de una familia judía en una pequeña aldea durante 30 años.
Santificación del trabajo. Cualquier trabajo que hacen los cristianos debe ser hecho con espíritu de excelencia, como un servicio efectivo para las necesidades de la sociedad. Así será un ofrecimiento debido para Dios. En su trabajo de servicio, Jesús hizo todo bien (Marcos 7:37).
Oración y mortificación. De la caridad (amor de Dios) brota la oración constante, apoyada en normas de piedad por las que el cristiano se relaciona con Jesús sacramentado y con la Virgen María. La mortificación, práctica antiquísima de la Iglesia (incontables santos y cristianos la han practicado desde inicios del cristianismo), es la "oración de los sentidos". Esta consiste en hacer pequeños o grandes sacrificios (como retrasar un vaso de agua por 5 minutos, sonreír cuando se está cansado, ducha fría) dándoles una dimensión contemplativa hacia Jesucristo en la cruz. Los cristianos que se mortifican procuran hacerlo por desagravio al Señor (repararle por los pecados propios y ajenos), para pedir más intensamente por algún motivo (conversión de un amigo), crecer en la virtud de la fortaleza, en un amor a Dios más sobrenatural, etc. Las mortificaciones o sacrificios se ofrecen a Dios en cualquier circunstancia de la jornada, aunque se ofrecen a Dios de manera más intensa en la Misa, la cual es centro y raíz de la vida cristiana, como dirá el fundador de La Obra.29
Caridad y apostolado. Los cristianos deben dar la máxima importancia a la virtud de la caridad: comprensión, compasión, cortesía, ayuda a los necesitados y corrección fraterna. La caridad exige el apostolado, dando lo mejor a la gente: el mismo Dios, fuente de paz y alegría.
Unidad de vida. El cristiano que practica estas enseñanzas no tiene una doble vida, una vida de fe completamente ajena a su trabajo cotidiano. Por el contrario, tiene una "unidad de vida" —una unión profunda con Jesucristo, Dios perfecto y Hombre perfecto, una persona en que la potencia divina se une con la ordinaria actividad humana. Así, el trabajo de un verdadero cristiano se transforma en trabajo de Dios, Opus Dei. Este cristiano, a pesar de los defectos que trata de erradicar con humildad, es "alter Christus, ipse Christus" otro Cristo, el mismo Cristo.30
Según Escrivá, el fundamento de la vida cristiana es una consciencia personal de la filiación divina. "La alegría viene de saberse hijos de Dios," dice Josemaría.31 El Opus Dei, dice, es "un ascetismo sonriente".32
La espiritualidad de la institución se recoge, en gran medida, en la obra de Escrivá de Balaguer “Camino”, una serie de 999 puntos de meditación para orientar a los fieles.
Según el británico Stephen Tomkins, autor de "Breve historia de la cristiandad", "el Opus Dei exige una especie de voto monástico, aunque no en un monasterio sino en medio de la sociedad... Contemplativos en medio del mundo"[cita requerida]. El texto indica una cierta tendencia a calificar nuevas formas en la Iglesia con las categorías acostumbradas, no siempre acordes a los nuevos carismas.
La idea de la llamada universal a la santidad fue predicada por San Agustín y por San Francisco de Sales, que sin embargo daban énfasis a la liturgia y las oraciones. "Escrivá es más radical... Para él, es el mismo trabajo material lo que debe transformarse en oración y santidad", según reflejó el Cardenal Luciani, que posterior sería Papa con el nombre de Juan Pablo I.33
Las premisas del mensaje del Opus Dei que todos los cristianos pueden y deben ser santos son las siguientes: los cristianos creen que:
Son "pobres criaturas" hechos de la nada y que "su soberbia les llevan a rebelarse con su Creador";
Cristo es el Dios vivo que "nos creo y nos mantiene en existencia" y "el único que puede satisfacer los deseos del corazón humano";
Cristo es un Salvador que "nos ama como loco" y es él quien tiene más interés que seamos santos: "Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación" (Tess 4:3);
"Este Cristo que está vivo es un Cristo que está cercano,"
Con el Espíritu Santo residiendo en un cristiano que está dispuesto a aprender, el espíritu humano que se creó para amar, dijo Escrivá, está llevado a través de un "plano inclinado", que empieza con la repetición ferviente de oraciones cortas y entonces " se deja paso a la intimidad divina, en un mirar a Dios sin descanso y sin cansancio..."34 Así, uno de sus enseñanzas favoritas es el mandato bíblico que todos deben amar a Dios con todo el corazón, alma, poder y mente, un amor que no se reserve nada, un amor que los padres deben transmitir todo el día a sus niños (Deut 6:4-9: Shema Yisrael), y que Cristo llamó "el mandamiento más grande" (Mt 22:37-40). Y también Escrivá apunta al mandamiento nuevo de Jesús: Amar unos a otros como yo os amé.
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